Ya habían pasado 2
semanas desde que habíamos ido con el tío Maxwell, y hoy era el día más
especial de Laura… ¡Su cumpleaños!
Cumplía 17 años,
que vieja se ponía. Pero a pesar de ello se conservaba joven, bella y
carismática. Su cabello era lo más bonito que tenía; castaño oscuro muy oscuro,
sedoso y lacio ondulado no muy largo pues le llegaba por los hombros en forma
de delicados bucles. Su piel es morena
aunque se torna amarillenta, labios medianos y carnosos, ojos algo rasgados
color café oscuro, cachetes bonitos al igual que su sonrisa con hoyuelos, es
bajita pero tiene un buen cuerpo. Es hermosa.
Yo soy más alta que
ella, mi cabellos es más claro también
bonito solo que algo esponjadito, mi piel es morena clara, ojos rasgados y
pequeños, mejillas rosadas, bonita dentadura (sin ninguna imperfección), tengo
buen cuerpo aunque estoy algo caderona. Considero que lo más sexy que tengo son
mis labios pues son rosados, pequeños, delgados de arriba y carnositos de
abajo. Justo como los de Paul McCartney.
Laura y yo nos
cambiamos, ella con un vestido verde que le llegaba 5 cm arriba de las rodillas
y yo con un short de mezclilla, una blusa de manga corta y un cinturón ajustado
a la cintura; nos peinamos el cabello de manera que las puntas quedaran alzadas
y listo.
Tocaron la puerta
de la habitación. Era mamá:
-
¿Chicas ya están listas?, se nos
hace tarde.
-
Ya vamos – contestamos.
Salimos del cuarto
y bajamos a la sala donde papá, mamá y Chiquis nuestra perrita maltes nos
esperaban.
-
¡Que bellas se ven! – dijo mamá
quien cargaba a Chiquis.
-
No cabe duda que salieron iguales a
su padre – alardeo papá mientras nos tomaba fotos.
Subimos al coche y nos dirigimos donde tío
Maxwell que nos esperaba con los brazos abiertos fuera de su despacho.
-
¡Felicidades Laura! – sonrío y ella
fue a darle un abrazo.
-
Muchas gracias tío – contesto
alegre.
Y
en ese ambiente de felicidad se llevo a cabo la fiesta familiar con música,
comida y juegos. Era bonito tener una reunión con tus seres queridos, pues al
otro día Laura y yo celebraríamos con nuestros amigos.
Pero
hoy era día de la familia y pasamos horas de diversión hasta que anocheció y
fue cuando mi hermana y yo decidimos salir a contemplar las estrellas como era
de costumbre. Una vez afuera empezamos a hablar.
-
¿Crees qué sea cierto lo de los
collares? – dijo Laura mirando su collar.
-
No lo sé… tal vez si – suspire.
-
¿Sabes? – dijo ella. – Ya quiero viajar en la máquina, ver épocas
viejas y vivir un rato la experiencia.
-
¡Yo igual! – exclame. – Pero sabes
con que propósito.
-
Si lo sé, pero ya verás que sucederá
– me animo estrechándome el hombro.
En
ese preciso instante una estrella fugaz pasaban por el cielo.
-
Mira – dijo Laura apuntando a la
estrella. – Pide un deseo.
-
¡Conocer a The Beatles! – suspire. –
Aunque ya todos lo sepan. Ahora tú pide uno. – mire a Laura.
-
Mmm viajar en el tiempo y vivir una
temporada ahí… ah claro con nuestras cosas. – dijo con una sonrisa y posando
sus ojos en la estrella.
Ver
el cielo me saco una sonrisa. Terminado eso volvimos a la oficina y vimos al
tío Maxwell y a mis padres dormidos en la sala con Chiquis. No había duda de
que habían estado charlando y bebiendo hasta lograr cerrar los ojos. En ese
momento vi la máquina del tiempo, la contemple y luego le dije a Laura.
-
Vamos es hora…
-
¿Hora de qué? – pregunto confusa.
-
De hacer nuestros sueños realidad y
conocerlos. ¡Vamos Laura! Hay que
hacerlo es ahora o nunca.
Mis
últimas palabras la convencieron y guiadas por nuestros impulsos nos dirigimos a
la máquina.
Entramos
en ella ¡Era enorme por dentro! Buscamos los botones y vimos uno que decía
“Introduzca la fecha”, y otra de “Introduzca el lugar”. Oprimí lo primero que
se me vino a la mente “Liverpool 1962”.
Al
momento que comenzó a sonar Laura y yo tomamos nuestros collares, los besamos y
pronunciamos “En verdad lo deseo”.
La
máquina comenzaba a funcionar pues se movía, pero justo en ese instante el tío
Maxwell se despertó y al vernos dentro de la máquina se paró de un salto y fue
hacia nosotras.
-
¡No! – gritaba. - ¡Aguarden!-. Pero
era demasiado tarde, poco a poco su imagen se desvanecía y pronto nos
encontrábamos en la nada. ¡Ya no estábamos en nuestra era!
De repente hubo
ciertas fallas y la máquina perdió el control.
Laura y yo gritamos
demasiado, ambas acabábamos de cometer la peor estupidez, pasaron unos minutos
de incertidumbre y por fin se detuvo. Como un rayo veloz, la compuerta se abrió
y nos expulso arrojándonos a una cama.
Después de eso
Laura y yo caímos en un profundo sueño, tanto que no teníamos la certeza de
volver a despertar…
No hay comentarios:
Publicar un comentario