Esta vez me encontraba
sentada en el sillón de mi habitación, como siempre pensando en ellos, solo
ellos, los hombres de mi vida <<The Beatles>>.
Seguro haz de
pensar que soy una loca, pero no soy la única chica a nivel mundial que sueña
con ellos o se la pasa escuchando su música o hablando con sus imágenes.
Pero mis
pensamientos se concentraban en unas simples preguntas respecto a ellos. Pronto
se celebraría el cumpleaños de mi amado George, quien había fallecido en el
2001 a causa de un maldito cáncer. En mi cabeza sonaba una pequeña vocecita
diciéndome ¿Qué sería del él si no hubiese muerto?, ¿Cómo celebraba su
cumpleaños? De seguro junto a sus compañeros Paul, John, Ringo y muchos amigos más.
¡Dios como me
hubiera gustado estar ahí! ¿Por qué no me concedes mi mayor deseo? Por favor
haz que alguien invente la máquina del tiempo.
En ese preciso
momento mi hermana Laura estaba entrando al cuarto. Verán ella es mi hermana
mayor; tiene 16 años y el 18 de Febrero cumple 17 (mismo mes que George). Yo en
cambio acaba de cumplir los 15 y me siento feliz y joven por ello.
Volviendo a la
historia Laura entro con un rostro que irradiaba alegría y emoción, dando saltos en la cama me dijo:
-
(TN) ¿Qué crees?
-
¿Qué?- conteste. – Acaso me vas a
regalar la colección de muñecos de “The Beatles”.
-
¡No!. Es aún mejor – respondió.
¡Que podría ser
mejor que la colección de muñecos de The Beatles!, pensé.
-
El amigo de papá, el científico
doctor Maxwell ha inventado el mejor aparato de todos los tiempos… ¡La máquina
del tiempo! – dijo emocionada.
-
¡Qué! – exclame feliz.
-
¡Si! Además papá me envió un mensaje
donde dice que ambos requieren de nuestra presencia. Pues como mi cumpleaños 17
es dentro de dos semanas, el doctor Maxwell quiere darme un regalo anticipado.
-
Vaya que bien – reí. - ¿A qué hora
debemos ir? – pregunte.
-
¡Ahora mismo! – contesto. – Vamos apúrate
a cambiarte, mamá nos espera en el auto.
-
Está bien – respondí. Mientras me vestí
y peine; cuando estuve lista, mamá, Laura y yo nos dirigimos a los laboratorios
M&G.
Una vez ahí,
entramos a la oficina de Maxwell y este al vernos se aproximo a nosotras y nos
dio un caluroso abrazo.
-
¡Niñas! – exclamo. –Que bueno que
llegan, me da gusto verlas.
-
Igualmente señor Maxwell –
respondimos.
-
Bueno quería mostrarles el nuevo
invento que acabo de realizar – dijo orgulloso. – Chicas he aquí la máquina del
tiempo.
-
¡Wow! – exclamamos Laura y yo
sorprendidas.
-
¿Se puede usar? – preguntamos.
-
Aún no lo sé con certeza, pues
apenas será probada con personas; solo he transportado objetos. Verán le he
instalado unas cámaras para observar que lleguen a su destino sanos y salvos
¡Gracias a Dios ha sido así! Solo quería que vieran esta gran creación. Les
prometo que cuando esté convencido de que es 100% segura podremos hacer algunos
viajecillos.
No podía creer lo
que estaba sucediendo ¿sería mi gran oportunidad? Ojala lo fuera. Mientras lo
pensaba mi rostro no dejaba de irradiar felicidad.
-
Sería un gran regalo que nos haría
señor Maxwell – pronuncie.
-
Claro que si – se apresuro a decir
Laura mientras observa con lujo de detalle la máquina. Era grande, metálica y
brillante.
-
Oh cielos casi se me olvida – dijo
el señor Maxwell levantándose de su asiento y apresuro a ir a buscar una cajita
color plata, luego volvió donde nosotras y la abrió.
-
Niñas la otra vez pase por una
joyería donde vi estos dijes y pensé en ustedes, asi que no dude en comprarlos.
Es un pequeño presente de mi parte por sus respectivos cumpleaños. La señorita
de la joyería me dijo que cuando se encontrara a alguna persona con la que se identifiquen
o si le parece lindo el collar, este brillara y eso será una seña de una
amistad inquebrantable; ella dijo que nadie se había interesado en aquella
historia, pero es real.
Al verlos quede
impresionada, eran dos collarcitos hermosos. Uno tenía un pulpo y una nota musical,
el otro tenía un submarino y una morsa, ambos de oro.
-
¡Son hermosos! – exclamo Laura
extasiada. – Yo quiero el del pulpo.
-
Está bien, yo me quedo con el
submarino- morsa – conteste.
-
Muchas gracias señor Maxwell – dijimos
ambas en agradecimiento.
-
De nada chicas y por favor díganme
tío Maxwell – dijo muy sonriente.
-
Está bien tío Maxwell – respondimos.
-
Tío y ¿A dónde transporta sus cosas?
– pregunto Laura.
-
A una casita de unos parientes míos
en Liverpool – dijo acomodándose las gafas.
-
¿En serio? – continuo Laura.
-
Si. Aquella casa está abandonada,
según se perteneció a un hombre llamado Andrew Jones o algo parecido; tengo
entendido que él y su esposa Sadie murieron en un accidente de negocios y la
casa quedo intacta pues nadie se ocupo de ella, hoy en día me pertenece pues
los parientes de Sadie hace poco me la entregaron para que me hiciera cargo de
ella. Mis cosas van a parar allá en la década de los 60 cuando todavía se
mantenía estable.
-
¿Y qué cosas ha mandado? – pregunte.
-
Pues algunos artefactos de cocina,
televisión, radio, bocinas. Aunque dudo que funcionen allá – dijo soltando una
carcajada. – También he inspeccionado la casa vía cámara digital y note que está
llena de objetos de valor, dinero, joyas, etc.
-
Entonces eran de clase estable –
anote.
-
Eso creo – dijo el tío Maxwell dando
un suspiro.
-
Tío ojala nos pueda llevar – dijo
Laura.
-
Eso espero Laura. Pero antes debo
revisarla muy bien, no me gustaría que algo les llegara a ocurrir, si eso
sucediera su padre me mata – abrió los ojos.
-
¿Alguien me nombro? – dijo una voz.
Era papá quien
estaba entrando en la oficina.
-¡Papá!
– dijimos Laura y yo mientras corríamos para ir a abrazarle y besarle.
-
¿De qué tanto hablaban? – decía papá estrechándonos contra su pecho.
-
De ciencia – contesto el tío Maxwell con una risa minuciosa.
-
Mas les vale que sea de eso – sonrío. – (TN) Laura ¿Qué tal los presentes del
tío Maxwell?, ¿Les gustaron?
-
No me gustaron, me encantaron, han sido
los mejores que he visto sin duda alguna – exclamo Laura.
-
Me alegro. Debe agradecerle mucho por ellos. Ya debemos irnos, su madre está
cansada y dice que le hará bien un buen baño de burbujas – dijo papá tomando
las llaves del auto.
A mí también me hará
bien tomar uno. Este día ha estado lleno de sorpresas y un buen baño de
burbujas lo cerraría excelente.
-
Muchas gracias tío Maxwell y nos
vemos pronto – nos despedimos. Lo abrazamos y le dimos un beso en la mejilla.
-
Hasta luego niñas, espero y no
olviden venir dentro de dos semanas para celebrar el cumpleaños de Laura.
¿Cierto Laura? – sonrío.
-
Cierto tío. Estaremos aquí –
pronuncio Laura.
Y asi papá, mamá,
Laura y yo llegamos a casa y pude tomar mi baño, en la tina no dejaba de
observar mi collar. Sin duda alguna me recordaba mucho a mis chicos “The Beatles”
y concentrada ello fue como acabo el día.
Ahora solo faltaba
celebrar el cumpleaños de Laura. Algo dentro de mí decía que aquella
celebración sería la mejor de todas sin ninguna duda. Solo faltaba esperar,
solo esperar.
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